La Primera República Brasileña, también conocida como la « República Vieja », duró desde 1889, con la deposición del Emperador Dom Pedro II, hasta 1930, cuando un golpe de Estado llevó a Getúlio Vargas al poder. Durante este período, Brasil siguió siendo un importante productor de café. Sin embargo, también se produjo un declive en la producción de caucho y el surgimiento de numerosas fábricas textiles y de alimentos en el país. La política económica del período estuvo fuertemente influenciada por los sectores cafetaleros, pero, a veces, sus intereses eran desafiados por el gobierno. En general, la Primera República Brasileña fue una época de grandes transformaciones económicas, allanando el camino para cambios aún más profundos que ocurrirían en la Era Vargas (1930-1945).
Desafíos de Liquidez al Final del Imperio
En las últimas décadas del Segundo Reinado, Brasil experimentó una significativa expansión del trabajo asalariado en medio de la abolición de la esclavitud. Mientras que los esclavos tenían poca necesidad de dinero, los trabajadores asalariados dependían de él para su subsistencia. Esto llevó a un aumento en la demanda de dinero en la agricultura — especialmente durante la cosecha, cuando los trabajadores agrícolas solían ser pagados. No obstante, la economía brasileña no tenía suficiente dinero en papel para satisfacer esta demanda, lo que llevó a problemas de liquidez en el país. Dos factores agravaron este escenario:
- Había pocos bancos, y estaban concentrados en la ciudad de Río de Janeiro. Estacionalmente, el dinero se redirigía al campo.
- Las personas preferían acumular dinero en lugar de mantenerlo en depósitos bancarios. Por lo tanto, cuando se enfrentaban a una mayor demanda de dinero en papel (desde la agricultura), los bancos tenían que reducir sus reservas de efectivo para satisfacerla. Esto llevó a la « inelasticidad del medio circulante », ya que el crédito no se expandía adecuadamente.
Para abordar la baja liquidez, una ley de 1885 autorizó al Tesoro Nacional a emitir dinero para prestar a los bancos, hasta un límite de 25 millones de contos, la moneda brasileña. Empero, esta medida tuvo solo un efecto temporal.
Había dos perspectivas sobre cómo abordar los problemas económicos. Para los « papelistas » (entusiastas del dinero en papel), se debería emitir más moneda para satisfacer toda la demanda de dinero. Por otro lado, para los « metalistas » (entusiastas de la moneda de oro), emitir moneda significaría devaluarla, confiscando efectivamente el poder adquisitivo de los ciudadanos. Por lo tanto, abogaban por que Brasil se adhiriera al patrón oro, un sistema que evitaría cualquier emisión de moneda a menos que hubiera suficiente oro para respaldarla. En particular, apoyaban la tasa de cambio establecida en 1846, de 27 peniques (moneda británica) por mil-réis (moneda brasileña).
En 1888, se promulgó una Ley Bancaria que intentó conciliar estas dos perspectivas monetaristas. Aunque no tuvo éxito, Brasil logró alcanzar la paridad de 1846 durante el Gabinete Ouro Preto, una de las administraciones durante el Periodo Imperial. Este gabinete aprovechó la prosperidad económica para restablecer el patrón oro y ofrecer créditos a la agricultura, en un intento de prevenir la proclamación de la República. Sin embargo, en 1889, sectores militares se aliaron con sectores civiles y derrocaron al Emperador Dom Pedro II.
El Encilhamento y sus Consecuencias
Cuando se proclamó la República, Brasil aún experimentaba una crisis de liquidez. Para intentar solucionarlo, el primer Ministro de Hacienda del país, Rui Barbosa, implementó el Encilhamento en 1890, a través de una serie de decretos.
El Encilhamento fue la relajación de la emisión de dinero en papel, que estaría limitada y garantizada por bonos públicos. En la práctica, el gobierno estaba autorizado a poner más dinero en circulación en la economía, siempre que estuviera vinculado a la oferta de crédito para proyectos industriales. Además, se permitió a los bancos participar en el capital de las empresas. Aunque se imaginaba que esta medida podría causar inflación, se pensó que esto podría mitigarse por la fuerte demanda de dinero y por el crecimiento industrial.
Este plan económico se inspiró en el sistema de bancos nacionales de los Estados Unidos, creado en 1863 y 1864 por los Actos del Banco Nacional. Estas leyes también permitían a los bancos emitir moneda respaldada por valores de deuda pública del gobierno. Para implementar la misma idea en Brasil, el país se dividió en varias regiones bancarias, cada una con un banco distinto responsable de emitir moneda. Por ejemplo, en la región central, el banco responsable sería solo el Banco dos Estados Unidos do Brasil (BEUB). Después de que esta regionalización inicial se considerara insuficiente, el Banco do Brasil (BB) y el Banco Nacional do Brasil (BNB) también obtuvieron poderes de emisión.
Es cierto que el Encilhamento generó muchas empresas viables y llevó al inicio de un proceso de industrialización por sustitución de importaciones. No obstante, la expansión de la base monetaria tuvo efectos rápidos y violentos, agravados por el contexto adverso de la época:
- Inflación más alta de lo esperado: La expansión industrial esperada por el gobierno no ocurrió adecuadamente, ya que se crearon muchas empresas fantasmas. Además, los inmigrantes y los exesclavos no tenían una demanda tan alta de dinero, ya que sus ingresos eran pequeños o inexistentes. Se intentó liquidar proyectos industriales de baja calidad fusionando el Banco dos Estados Unidos do Brasil (BEUB) y el Banco Nacional do Brasil (BNB), formando el Banco da República dos Estados Unidos do Brasil (BREUB). Empero, esto no tuvo éxito, ya que los sucesores de Rui Barbosa en el Ministerio de Hacienda, Alencar Araripe y el Barón de Lucena, no mantuvieron la política de reestructuración bancaria.
- Devaluación del tipo de cambio: A medida que más dinero en papel brasileño circulaba, su valor individual disminuía. Así, el tipo de cambio pasó de 27 peniques por mil-réis a 12 peniques por mil-réis. Otros factores que afectaron el tipo de cambio brasileño fueron el colapso de la casa británica Baring Brothers, que operaba en Argentina, provocando una fuga de capitales en América Latina; la inestabilidad política en Brasil; una caída en los precios del café; y el crecimiento de la deuda externa de Brasil (necesaria para mantener el nivel de importaciones ante la caída de los precios del café).
Debido a estos problemas, el Encilhamento se conoció como un plan condenado al fracaso. De hecho, su propio nombre es peyorativo, refiriéndose al momento de preparar los caballos para una carrera, como si la economía brasileña estuviera siendo preparada para un período de especulación desenfrenada, muy parecido a las apuestas en carreras de caballos. El término « Encilhamento », en este sentido negativo, fue acuñado por monárquicos que querían desacreditar la República.
Durante la presidencia de Prudente de Moraes (1894-1898), se intentó reconciliar las perspectivas papelista y metalista. Negoció y consiguió un préstamo de 7.5 millones de libras esterlinas de los banqueros Rothschild en Inglaterra. A cambio, Brasil debía implementar medidas de austeridad, como aumentar los impuestos — lo que se hizo en la Ley Bancaria de 1895. Sin embargo, este préstamo tampoco resolvió la crisis de liquidez de Brasil.
El Primer Préstamo de Financiamiento y la Era Dorada
Los problemas de Brasil terminarían a partir de 1898, cuando el gobierno de Campos Sales (1898-1902) llegó a un acuerdo con los Rothschild y el Banco de Londres y Río de la Plata. Brasil argumentó que era incapaz de pagar su deuda externa y logró asegurar el primer Préstamo de Financiamiento — un préstamo de hasta 10 millones de libras esterlinas, a través de la emisión de bonos públicos, con una tasa de interés del 5% anual. Desde 1898, durante 3 años, Brasil no estaría obligado a pagar ni el capital de las deudas renegociadas ni los intereses de las mismas. Durante los siguientes 10 años, el país solo pagaría los intereses, mientras que el pago del principal permanecía suspendido. Posteriormente, después de estos 13 años, las deudas e intereses tendrían que pagarse durante 50 años. Además, se emitió lo que se conoció como bonos de rescisión: bonos públicos que se ofrecerían a los propietarios de ferrocarriles brasileños, como garantía de ganancias para este sector no rentable.
Para conceder este préstamo, los acreedores hicieron fuertes demandas a Brasil, que tuvo que ajustar las cuentas públicas y retirar el dinero en papel de la circulación. Además, el gobierno estaba prohibido de tomar nuevos préstamos hasta 1901. La garantía del préstamo eran los ingresos de la Aduana de Río de Janeiro.
Debido a estas contramedidas, el primer Préstamo de Financiamiento enfrentó resistencia en el parlamento brasileño, especialmente de los cafetaleros, que dependían del apoyo gubernamental. A pesar de esto, el acuerdo fue aprobado con el consentimiento de políticos de São Paulo y Minas Gerais, que controlaban la política en ese momento, y se ejecutó de manera ortodoxa por el Ministro de Hacienda Joaquim Murtinho. Él creía que las empresas no aptas deberían eliminarse del mercado y no dudó en implementar medidas de fuerte contracción monetaria, aumentos de impuestos y recortes en el gasto público. Como resultado, hubo una apreciación del tipo de cambio y una oleada de quiebras bancarias — causando efectos inmediatos perjudiciales y contribuyendo a la creciente impopularidad del presidente Campos Sales.
Por otro lado, el primer Préstamo de Financiamiento contribuyó al surgimiento de una nueva fase en la economía de la Primera República: la « era dorada », según el economista brasileño Winston Fritsch. De hecho, la presidencia de Rodrigues Alves (1902-1906) fue mucho más pacífica, porque la inversión extranjera directa estaba entrando en el país, y porque Brasil se volvió muy relevante en el mercado global del caucho. La abundancia de dinero permitió, por ejemplo, la reanudación de obras públicas (como la construcción de carreteras), el reequipamiento de la industria y el crecimiento del PIB. No obstante, todavía había algunos problemas económicos en Brasil:
- Apreciación del tipo de cambio: El tipo de cambio se apreció hasta el punto de que se volvió imposible mantenerlo en la tasa de 12 peniques por mil-réis. Para abordar esto, el gobierno creó la Caja de Conversión (Caixa de Conversão) en 1906 — un mecanismo para emitir notas convertibles en oro (y viceversa), a un tipo de cambio fijo. En la práctica, esto significaba que Brasil se adheriría al patrón oro para contener la apreciación de la moneda. Según el economista brasileño Celso Furtado, esta medida tuvo como consecuencia « socializar las pérdidas »: el tipo de cambio devaluado beneficiaba a los cafetaleros, quienes ganarían más dinero en papel exportando café al extranjero, a expensas de toda la población, que sufriría por las importaciones costosas y la inflación.
- Caída en los precios del café: Debido a una supercosecha en el estado de São Paulo, el precio internacional del café se desplomó. Ante esto, Rodrigues Alves optó por no involucrar al gobierno federal en respaldar el precio del café, creyendo injusto favorecer a los cafetaleros por un problema que ellos mismos crearon (producción excesiva). Esta visión fue compartida por los banqueros Rothschild y los estados de la Región Nordeste de Brasil, que no estaban vinculados a la economía del café.
Como el gobierno federal no asistiría a los cafetaleros, los estados de Minas Gerais, Río de Janeiro y São Paulo colaboraron para hacerlo: en 1906, crearon el Acuerdo de Taubaté, para apreciar los precios de este producto. Según los términos del pacto, estos estados tomarían préstamos extranjeros para comprar los excedentes de café, almacenar las existencias en almacenes comerciales y cobrar un impuesto adicional a la exportación del producto. A través de tales medidas, esperaban reducir la oferta de café, aumentando así su precio, beneficiando a los cafetaleros. Empero, como argumentó Celso Furtado, el Acuerdo de Taubaté tenía un defecto importante: incluso si lograba evitar la expansión de la oferta de café de Brasil, la apreciación de precios que promovía incentivaría a otros países a ingresar al mercado internacional del café.
En 1907, São Paulo comenzó el esquema de apreciación del café, apoyado por un préstamo extranjero. Gracias al Acuerdo de Taubaté y al patrón oro, los gobiernos de Afonso Pena (1906-1909) y Nilo Peçanha (1909-1910) se caracterizaron por la prosperidad económica. Las exportaciones e importaciones de Brasil aumentaron, al igual que la oferta de dinero y las reservas internacionales del país. Además, las industrias brasileñas podían importar maquinaria más fácilmente. El único problema en este escenario eran las presiones inflacionarias, debido al mayor flujo de moneda extranjera en la economía.
El Impacto de la Primera Guerra Mundial y el Segundo Préstamo de Financiamiento
De 1910 a 1914, el presidente Hermes da Fonseca gobernó Brasil sin el apoyo de la élite cafetalera, y comenzó a enfrentar varios problemas:
- Reanudación del pago del principal de la deuda externa, según los términos del primer Préstamo de Financiamiento. A medida que grandes cantidades de moneda extranjera empezaron a salir del país, también hubo una reducción en la moneda doméstica, en línea con el patrón oro.
- Declive del ciclo del caucho: En Asia, plantaciones establecidas por los ingleses y los holandeses comenzaron a producir caucho mejor y más barato. En consecuencia, Brasil perdió su prominencia en el mercado internacional del caucho.
- Caída en los precios del café: Debido a una demanda antimonopolio en Estados Unidos, parte del stock de café brasileño tuvo que venderse.
Brasil se vio socavado por el funcionamiento normal del patrón oro, lo que llevó a una salida de moneda extranjera, pero creía que podría obtener fácilmente financiamiento externo para compensar esto. En realidad, a partir de 1912, se dificultó la obtención de nuevos préstamos de los acreedores, ya que estaban preocupados por el crecimiento del gasto gubernamental y la deterioración política en Europa, especialmente en los Balcanes. Las negociaciones entre el gobierno brasileño y sus acreedores se suspendieron el 27 de junio de 1914.
El 28 de julio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial (WWI), y Brasil respondió de inmediato. La Caja de Conversión se cerró, lo que significaba la adopción de un tipo de cambio flotante, tendiendo a la devaluación debido a la escasez de libras esterlinas en medio del escenario bélico. Además, Brasil declaró una moratoria sobre su deuda externa y comenzó a emitir notas inconvertibles.
En septiembre de 1914, Brasil reanudó las negociaciones con los acreedores, con el objetivo de obtener un segundo Préstamo de Financiamiento. El mismo año, se concluyó este acuerdo entre el gobierno brasileño y los ingleses (Rothschild), los franceses y los alemanes. Brasil tomaría prestadas 15 millones de libras. Al igual que en el primer Préstamo de Financiamiento, se suspendería el pago de intereses durante 3 años y el pago del principal durante 13 años, con cuotas distribuidas durante 50 años. Sin embargo, esta vez, los ingresos de todas las aduanas brasileñas — no solo la de Río de Janeiro — se ofrecieron como garantía.
Inicialmente, Brasil no se vio muy afectado por la WWI. No obstante, durante el gobierno de Venceslau Brás (1914-1918), los problemas se intensificaron. Por un lado, las importaciones brasileñas se vieron obstaculizadas por dificultades para traer maquinaria de Europa. Por otro lado, las exportaciones brasileñas se vieron perjudicadas por el torpedeo de barcos mercantes por parte de Alemania, una reducción en los precios del café y el caucho, y la confiscación de stocks de café brasileño en Alemania por parte de los Aliados. En este escenario adverso, Brasil adoptó una política fiscal contractiva y una política monetaria expansiva — por ejemplo, a través de la expansión del crédito ofrecido por el Banco do Brasil, especialmente en el interior rural durante las épocas de cosecha.
A pesar de estas dificultades, según Celso Furtado, hubo un « auge industrial » en Brasil durante la WWI. Fue una fuerte — aunque momentánea, frágil e insostenible — expansión industrial en el país, causada por varios factores:
- Obstáculos para la importación de productos europeos en medio de la guerra: Los productos extranjeros que llegaban a Brasil eran pocos y caros.
- Presencia de capacidad industrial ociosa en Brasil: Gracias a la « era dorada » de la Primera República, Brasil pudo importar una gran cantidad de maquinaria industrial. Cuando estalló la guerra, esto compensó, hasta cierto punto, los problemas en el mercado internacional de maquinaria industrial.
- Tasa de cambio devaluada: Debido a la escasez de libras esterlinas, los productos nacionales eran relativamente más baratos que los importados, lo que estimuló la industria nacional.
- Inversiones en la industria: Con el declive del café, muchos cafetaleros comenzaron a invertir en empresas industriales.
En medio de la guerra, desde 1917 hasta 1919, el gobierno de Venceslau Brás implementó un segundo plan para respaldar el precio del café. A diferencia del Acuerdo de Taubaté, este segundo plan no involucró préstamos externos — se financió enteramente con la emisión de moneda. Esta intervención fue menos efectiva que la anterior, pero, en 1918, las preocupaciones relacionadas con el café terminaron afortunadamente. Debido a una severa helada en las plantaciones, el precio internacional del café casi se duplicó (temporalmente) ese año.
Del Crecimiento a la Recesión en el Período Post-Primera Guerra Mundial
En 1919, el presidente Epitácio Pessoa comenzó a gobernar en un escenario de crecimiento económico posguerra, a pesar de la apreciación de la moneda brasileña. En ese momento, los precios del café eran altos, la demanda externa de productos brasileños se estaba recuperando y aún existían obstáculos para importar productos europeos. Aprovechando este contexto, el gobierno inauguró un gran programa de obras públicas — algunas obras estaban incluso relacionadas con las celebraciones del centenario de la independencia de Brasil en 1922.
Empero, en el cambio de 1920 a 1921, el escenario económico cambió. Ante la inflación posguerra, Europa y Estados Unidos adoptaron políticas contractivas. Así, el precio del café se desplomó y surgió una recesión en Brasil. Para el presidente Epitácio Pessoa, las principales preocupaciones en ese momento eran contener la devaluación de la moneda (que podría impactar negativamente en el presupuesto, la deuda externa y la inflación) y abordar la crisis en el sector cafetalero.
En 1920, se tomaron medidas para proporcionar liquidez a toda la economía, no solo a los cafetaleros. Hubo una pequeña emisión de notas del Tesoro Nacional, y se creó la Cartera de Redescuento del Banco do Brasil. Podía emitir notas del Tesoro y usarlas para pagar títulos privados en posesión de los bancos, inyectando dinero en la economía.
Más tarde, en 1921, el gobierno concluyó que era necesaria la intervención directa en el mercado del café, para que la política de contención de la devaluación monetaria no creara presiones insoportables para los cafetaleros. En este sentido, Brasil decidió llevar a cabo el tercer plan para respaldar el precio del café. Inicialmente, el gobierno solo avaló la compra de sacos de café por parte de un corredor privado y financió esta operación a través de la Cartera de Redescuento. Con el tiempo, la deuda del Tesoro con el Banco do Brasil dificultó que el banco mantuviera la política del café. Así, a fines de 1921 y en 1922, el gobierno contrató préstamos británicos para apoyar los precios del café. No solo fueron estos préstamos efectivos para llevar a cabo la tercera intervención en el mercado del café, sino que también contribuyeron a mejorar la balanza de pagos de Brasil.
En 1922, sin embargo, la situación fiscal seguía siendo crítica, ya que existía una gigantesca deuda a corto plazo del Tesoro con el Banco do Brasil. Para que el banco continuara financiando al gobierno, el Congreso autorizó a su Cartera de Redescuento a redescuentar bonos públicos. En términos prácticos, esto causó una fuerte expansión de la base monetaria, alimentando la inflación en el país.
Hacia finales de 1922, el gobierno de Artur Bernardes (1922-1926) comenzó en un clima de recuperación económica. Esto ocurrió porque el precio del café estaba aumentando (debido a la exitosa intervención gubernamental), las importaciones estaban disminuyendo (debido a la devaluación de la moneda), y el escenario deflacionario global tuvo poco impacto en Brasil (ya que se había expandido la base monetaria).
No obstante, los fundamentos que sostenían la economía brasileña en ese momento eran bastante frágiles, ya que la balanza de pagos era vulnerable a problemas en el mercado del café y había una crisis fiscal crónica. Para resolver estos problemas, Artur Bernardes propuso dos medidas principales:
- Cambios en el respaldo de los precios del café: El gobierno ya no compraría ni almacenaría excedentes de café. En su lugar, todo el café sería retenido obligatoriamente en almacenes reguladores por el gobierno. Además, el gobierno ya no financiaría el esquema de apreciación. En cambio, los cafetaleros financiarían la operación y, para cubrir los costos de producción, tendrían que tomar préstamos garantizados por el ‘certificado de depósito’ del café. Finalmente, la entidad responsable de gestionar el sector del café sería el recién creado Instituto de Defensa Permanente del Café. Estas medidas tenían como objetivo aumentar los ingresos, apreciar el tipo de cambio y fortalecer la balanza de pagos.
- Ajuste fiscal: Hubo una drástica reducción en el déficit público, facilitada en gran medida por el recorte de inversiones públicas a corto plazo y la creación del Impuesto sobre la Renta en 1922.
El problema fue que ambas medidas se vieron socavadas por el efecto de la política monetaria, que se volvía cada vez más expansiva. Para respaldar el precio del café, era crucial tener una institución que actuara incluso cuando los bancos comerciales nacionales no querían o no podían. Empero, los bancos extranjeros no estaban dispuestos a desempeñar este papel. Ante esto, el gobierno implementó una reforma monetaria, cerrando la Cartera de Redescuento y transfiriendo el poder de emitir dinero en papel del Tesoro al Banco do Brasil. En la práctica, el banco podía financiar la política del café de una manera muy similar a como lo había hecho a través de la Cartera de Redescuento. Sin embargo, esta emisión de moneda condujo a una crisis inflacionaria y cambiaria.
Para abordar esta crisis, el enfoque inicial fue buscar un nuevo préstamo de los británicos, a cambio de ejecutar reformas económicas. En este sentido, a principios de 1924, Brasil recibió una misión de expertos liderada por Edwin Samuel Montagu, quien sugirió reformas como vender el 50% del Banco do Brasil a extranjeros — lo que el gobierno aceptó, pero los Rothschild no. No obstante, a mediados de 1924, el gobierno británico impuso restricciones a la concesión de préstamos externos, ya que tenía como objetivo fortalecer la libra esterlina. Debido a que Brasil no tendría apoyo externo, el país tuvo que adoptar medidas altamente contractivas. Además, la responsabilidad de financiar el sector cafetalero pasó del gobierno federal al estado de São Paulo en 1924, con la creación del Instituto Paulista de Defensa Permanente del Café (IPDPC) (Instituto Paulista para el Respaldo Permanente del Café). Dos años después, el nombre de esta entidad cambió a Instituto do Café do Estado de São Paulo (Instituto del Café del Estado de São Paulo).
El ajuste recesionario liderado por Artur Bernardes logró contener la inflación y mejorar el tipo de cambio, pero a un alto costo económico y político. La economía retrocedió, el desempleo aumentó y el tipo de cambio se apreció en más del 40%. Además, como el presidente era del estado de Minas Gerais, su administración contribuyó al deterioro de las relaciones entre las élites políticas de São Paulo y Minas Gerais.
Del Crecimiento a los Efectos de la Crisis de 1929
En 1926, Washington Luís asumió la presidencia de Brasil con la principal propuesta económica de volver al patrón oro, en un contexto donde el ajuste recesionario ya no era necesario. Por lo tanto, su Ministro de Hacienda, Getúlio Vargas, pudo cambiar radicalmente las políticas monetarias y cambiarias.
Para los cafetaleros, era interesante contener la apreciación de la moneda, para mantener sus ganancias de las exportaciones de café. Con este objetivo, se creó la Caja de Estabilización (Caixa de Estabilização), siguiendo el modelo de la antigua Caja de Conversión: emitiría notas convertibles a depósitos de oro hechos en ella. La conversión entre el dinero en papel y el oro se realizaría a la tasa devaluada de 6 peniques por mil-réis, representando un cambio significativo con respecto a las tasas anteriores. La intención era que, cuando hubiera suficiente oro, Brasil adoptaría una nueva moneda (el cruzeiro) y toda la base monetaria sería convertible en oro.
En 1927 y 1928, la economía brasileña estaba en buenas condiciones. Washington Luís mantuvo la moderación en el gasto público, y la balanza de pagos se estabilizó por el patrón oro. A medida que la inversión extranjera fluía abundantemente hacia el país, el PIB de Brasil crecía y había una demanda creciente.
Empero, la economía se basaba en pilares frágiles, ya que dependía de condiciones externas favorables. Si la demanda global de café brasileño se reducía, entrarían menos recursos a Brasil y, debido al patrón oro, la liquidez doméstica disminuiría. Además, si una contracción en la demanda global se acompañaba de una reducción en el crédito externo, Brasil también tendría dificultades para obtener préstamos extranjeros para financiar el apoyo a los precios del café. En otras palabras, en un escenario de salida de capital de Brasil, el país se vería gravemente impactado por la lógica de funcionamiento del patrón oro.
Reconociendo esta vulnerabilidad, el gobierno brasileño optó por una política contractiva en 1928, intentando reducir el riesgo de problemas causados por el patrón oro en el futuro. Pronto después, la situación empeoró debido a una supercosecha de café, lo que provocó la caída de los precios del café. En 1929, Brasil se vio gravemente afectado por la Gran Depresión, lo que llevó a una masiva fuga de capitales y materializó los temores sobre la economía brasileña. Inmediatamente, hubo una caída en las exportaciones, los ingresos gubernamentales, el consumo, las inversiones y las reservas internacionales de Brasil. La solución a estos problemas, sin embargo, estaría en manos de Getúlio Vargas, quien derrocó a Washington Luís en un golpe de Estado y tomó el poder en la Revolución de 1930.
Conclusión
Para muchos autores, la economía brasileña durante la Primera República se caracterizó por sus altibajos. En esa época, Brasil era un país pobre y desigual que experimentaba con la mejor manera de integrarse a la economía liberal internacional. Por lo tanto, se observaron períodos de crecimiento o contracción económica, tipos de cambio fijos o flotantes, crisis fiscal o moderación fiscal. La República Brasileña heredó la dependencia del café del Periodo Imperial, pero introdujo industrias en el país y allanó el camino para una política industrial consistente que surgiría en la Era Vargas (1930-1945). En general, la economía en la Primera República debería recordarse como algo inestable, incipiente, pero necesario para la evolución de Brasil.
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